
Hace unos años, atasqué la máquina de pago automático del Mercadona por meterle medio céntimo. Fui con mi frasco de calderilla y era tanta la morralla, que una moneda se había partido. Todavía recuerdo la mirada de la dependienta que vino a intentar solucionarlo. Levantó el medio céntimo a la altura de sus ojos y me hizo el perrito sticker [miradaquejuzga].
Mi yo del presente escribe con algunos céntimos más en el bolsillo, desde un edificio emblemático de la ciudad, orgullosa de mi desarrollo profesional pero con el resentimiento intacto. Mi yo del presente se ofusca en considerar que esa dependienta sigue siendo dependienta (como si eso fuera malo). O murió porque era bastante mayor (como si eso fuera malo). Ojalá esté viva y ahora trabaje en un badulaque del Fórum (Como si eso fuera malo), o esté subalquilando una licencia para riders de Glovo, o en un Fotocasa, o para Greenpeace, o en un call center, o, o…. Me dejé llevar. La realidad es que mi yo del presente, trabaja para el mismísimo Satanás, en una oficina mucho peor que ese Mercadona, es jodidamente infeliz, no controla su violencia y tiene una espada preparada para hacer sangre ante cualquier adversidad.
¿Es acaso la violencia la liberación de un instinto? Alguna vez leí que el instinto no es más que un conjunto de sentimientos y sensaciones aprendidas. Debe ser por eso que no me reproduzco. Lo que me lleva a pensar que en el lugar de donde vengo, solo se sobrevive si se tiene el cuchillo entre los dientes. Caso contrario, llega un ego aún más débil y te quita el sitio. ¿Estaré compitiendo con la dependienta? Maldito mundo regido y dictaminado por hombres.
Pero no, volvamos al comienzo. Era pobre y soy pobre. De espíritu y de bolsillo. Y me violento fácilmente. Disfruto del Gore y la Nueva Carne. En un mundo que se alimenta de sangre y hierro, yo misma he desarrollado un gusto amargo por lo grotesco. Estoy al pie del cañón para sacar mis cuchillos, ¿Qué me pasa? A mí no, a todos nosotros. ¿Qué nos pasa? Auster tiene un ensayo bastante flojo sobre la violencia en USA, le achaca gran parte del problema al uso libre de las armas. Por supuesto habla del racismo y de la historia opresora de su país. Todo esto pinta denso, aburrido, más o menos sabemos por dónde van los tiros y me estoy yendo por las ramas.
Cierro. Estoy físicamente explotada y mentalmente exprimida por el mercado (y todes nosotres que lo secundamos), rodeada de amigxs, compañerxs, colegas, todxs sobreeducadxs, hiperintelectualizadxs, luchando a diario por conseguir el duro y gozar, aunque sea un rato, gracias al tema que nos convoca que es la cultura. Me pregunto, ¿ya estás suscrito a este periódico?
Este artículo es parte de The Posttraumatic VOL.8 "BREAKING NEWS".
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